El NYT alerta que leer se ha convertido casi en un lujo para quienes no deben depender del consumo inmediato de contenidos.

En una columna de opinión reciente, The New York Times advierte que la capacidad de leer con profundidad y concentrarse se está convirtiendo en un lujo y privilegio exclusivo, mientras quienes viven inmersos en pantallas y scroll interminable enfrentan una nueva forma de desigualdad cognitiva que debilita la democracia.
Pensar profundamente: un privilegio en peligro
El artículo del NYT sostiene que, en la era de smartphones, solo quienes cuentan con tiempo y entorno tranquilo pueden permitirse leer libros o artículos largos y reflexionar. La mayoría, en cambio, consume contenido fragmentado y emocionalmente intenso que no favorece el pensamiento crítico o la abstracción.
El fenómeno de la oralidad digital
Inspirado por la teoría del orality de Walter Ong, el texto muestra cómo los medios digitales —TikTok, Twitter, memes— trasladan la comunicación a estados más tribales, emocionales y menos analíticos. Este retorno a modos prealfabetización reduce la capacidad de argumentar con abstracción y objetividad.
Leer es un lujo y esto causa desinformación asegurada
Quienes tienen acceso a cultura escrita estructurada se mantienen críticos, informados y escépticos. Quienes consumen exclusivamente contenido instantáneo pueden verse atrapados en narrativas simplificadas o conspirativas, lo que facilita la manipulación emocional por parte de demagogos.
El impacto sobre la democracia deliberativa
Sin un público que pueda procesar ideas complejas o evaluar argumentos, el debate público degenera en polaridad y eslogans.
El NYT advierte que esto debilita el tejido democrático, al sustituir la deliberación informada por reacciones inmediatas y tribalismo.
¿Cómo hacer que leer no sea un lujo?
Se plantean soluciones como promover la lectura reflexiva desde la infancia, ofrecer espacios libres de pantallas (bibliotecas públicas, rutas de lectura), y reformular plataformas digitales para priorizar la calidad sobre la viralidad.
La advertencia del New York Times pone en evidencia que la lectura profunda ya no es un hábito común, sino un lujo intelectual que fortalece la democracia. Recuperar espacios para pensar, abordar la pantalla con consciencia y restituir el espacio de la palabra escrita son tareas urgentes para preservar una sociedad racional y plural.