



Un residente de South Lake Tahoe, California, dio positivo a la peste bubónica tras ser mordido por una pulga infectada mientras acampaba, confirmó esta semana el Departamento de Salud Pública del condado de El Dorado. Aunque esta infección es extremadamente rara, resalta la necesidad de seguir medidas preventivas para evitar contagios.
Se estima que el contagio ocurrió por la mordedura de una pulga infectada mientras el paciente acampaba en un entorno con presencia de roedores.
Entre 2021 y 2024, 41 roedores del área dieron positivo a Yersinia pestis, y en 2025 se sumaron cuatro más. El monitoreo continúa, ya que la bacteria persiste en zonas de mayor altitud.
El reciente caso confirmado en Lake Tahoe, California, provocó alarma porque aunque los brotes humanos de peste son raros—alrededor de siete casos por año en todo EE. UU.—esta infección todavía circula en la naturaleza, especialmente en roedores de zonas montañosas como California, Arizona y Nuevo México. Además, el caso actual es el primero en el condado de El Dorado desde 2020, lo que enfatiza que la bacteria Yersinia pestis continúa activa allí y que los riesgos, aunque bajos, no han desaparecido.
La preocupación también se debe a la posibilidad de formas más graves, como la peste neumónica, que es altamente contagiosa entre personas y puede propagarse por vía respiratoria.
Autoridades sanitarias han reaccionado elevando la vigilancia, alertando al público sobre medidas preventivas como evitar contacto con roedores y mantener a las mascotas alejadas de infestaciones, ya que ellas pueden transportar pulgas infectadas al hogar.
Sí, es la misma enfermedad, aunque hoy es tratable. La peste bubónica actual está causada por la bacteria Yersinia pestis, la misma responsable de la devastadora peste negra del siglo XIV que mató entre un tercio y la mitad de la población europea. Estudios genéticos han confirmado que las cepas modernas descienden directamente de aquellas de la Edad Media, lo que confirma su identidad biológica.
Sin embargo, hay debate entre expertos. Algunos antropólogos argumentan que la rapidez y la forma de propagación observada durante la peste medieval no coinciden completamente con las características clásicas de la peste bubónica, lo que ha generado teorías sobre posibles diferencias en el agente o en su transmisión en eventos históricos tan masivos.
Aun así, la evidencia sólida respalda que es la misma infección bacteriana, con su historia biológica continua hasta hoy.
Los síntomas —fiebre, náusea, debilidad y ganglios inflamados— suelen aparecer en un plazo de dos semanas, y el tratamiento con antibióticos representa una cura eficaz si es brindado a tiempo.
Las autoridades aconsejan evitar el contacto con roedores o cadáveres, mantener a las mascotas alejadas de madrigueras, usar repelente con DEET, ropa protectora y no acampar cerca de nidos.
La peste sigue siendo rara en EE.UU., con un promedio anual de unos siete casos, pero su presencia en zonas como Tahoe muestra que no hemos eliminado por completo este peligro centenario.
Sí. En México, la peste bubónica sigue siendo una amenaza en zonas rurales del norte del país, donde se han documentado cerca de 10 mil casos en los últimos 15 años, según investigaciones de la Universidad de Sonora. Esto refleja que, aunque es una enfermedad antigua, persiste en ambientes específicos, particularmente en comunidades vulnerables que pueden carecer de acceso adecuado a atención médica y prevención.
Adicionalmente, en Estados Unidos, que colinda con estas regiones, los casos también ocurren con cierta frecuencia: en Nuevo México, por ejemplo, se reportaron varios humanos infectados en 2020, un caso fatal en 2021, y en 2024 hubo otro caso humano más además de casos en animales como un perro diagnosticado en 2025.
Esto evidencia que la peste no está restringida a Estados Unidos, sino que tiene un patrón regional más amplio que involucra el norte de México.
Este caso en South Lake Tahoe subraya que enfermedades consideradas históricas aún representan un riesgo latente en ciertos entornos naturales. La detección oportuna, el seguimiento de fauna silvestre y el comportamiento preventivo pueden marcar la diferencia entre un brote manejable y un riesgo sanitario grave.